miércoles, 23 de abril de 2008

Daily Melbourne





Para añadir un poco de colorido al asunto, os añado un par de fotos de Melbourne.
Hasta ahora, he seguido el consejo de Piraña, Pancho y los demas y me he agenciado una bici para recorrerme la ciudad a la par que silbo esa entrañable melodia.




Las orillas del río, Yarra, son una maravilla, todo verde, bien cuidado, grandes arboles, niños jugando, caril bici...me recuerda bastante a las orillas del Ebro.








Aparte de las verdes orillas del rio, los Melbournianos se saltaron la asignatura de construcciones...bueno o se la sacaron de erasmus.

Aqui no tienen una idea clara de la palabra 'orden' de nada en general. Te encuentras con una iglesa del siglo ..... al lado de dos pedazos de rascacielos, junto a una tienda de videojuegos japoneses y un restaurante libanes.






A lo de la torre Infiel en Melbourne ya si que no le he encontrado explicación.

lunes, 21 de abril de 2008

25

25 no es una nueva serie copia de 24, sino las infernales horas que pasan desde que dices adiós a tus padres con la manita hasta que los amables policías de Australia te miran que no lleves ranas. Entre tanto toda una serie de acontecimientos dignos de ser contados.

Desde que me dejaron mis padres, muy amables ellos, en el aeropuerto de Barcelona, solo se me pasaba una pregunta por la cabeza,

‘¿Qué cojones hago yo aquí?’

Yo con mi mochila en la espalda, como buen español, me dirigí a la puerta donde embarcaban los pasajeros a Singapur, mi primera escala. Pues en ese instante se redujeron las personas que hablaban cristiano, había chinos mu raros, no de los normales sino de esos tostaos, guiris, indios o hindús o ….. bueno Apus ya me entendéis, y alguna pareja de luna de miel, lo noté porque se llamaban ‘cari’ el uno al otro.

Al entrar al avión me recibieron 2 singapurinas, muy majas ellas, maqueadas y vestidas con su traje tradicional (o eso pensé yo) y me acompañaron a mi asiento, a lo que descubrí que este viaje no era lo mismo que volar con Ryanair. En cada asiento había un miniordenaror con su pantalla plana en donde podías elegir mogollón de pelis, música, series, videojuegos, documentales, pelis porno….

Yo recline mi asiento, me puse el reposapiés, cogí los auriculares y me dispuse a prepararme para empezar el viaje. En ese momento empezó el video de emergencia, que siempre ponen al principio de cada vuelo. Me dije ‘venga, vamos a prestar atención aunque sea por una vez’.

- Bienvenido a Singapurin arilines…. blabla

- Por favor abróchese el cinturón……

- Coño casi se me olvida

- Por favor, no utilicen aparatos electrónicos en el despegue……

- Joer voy a dejar los auriculares que si no (en este momento noté que la azafata empezaba a mirarme mal).

- Por favor, ponga su asiento en posición vertical y doble el reposapiés……

- Joer 4 de 4, yo ya no sabia si lo estaban diciendo pa joderme o que (mientras la azafata ya me miraba así con el morro torcido). Antes de que prosiguiera el video yo me levanté y le dije a la azafata:

- Oye que fumando no estoy, eh!

En fin, después de esta primera toma de contacto con la persona que me iba a servir la comida durante todo el viaje, me senté sin hacer nada raro, salvo mirar por la ventanilla, mientras me iban sirviendo refrigerios que sorprendentemente no tenia que pagar.

Hasta que a mitad de viaje, sobrevolando algun país de esos que acaban en …..stan, me di cuenta que había bebido demasiada cerveza, café y sandia. Miro levemente a mi derecha y veo que tengo a una abuela china totalmente sobada y a su lado a otro chino tostao con el hilillo de baba, bueno, pues en este momento es cuando se te empieza a hacer largo el viaje. No veáis de cuantas posiciones me puse en el asiento para aguantar el tirón de vejiga. Imaginaos a todo el avión durmiendo, salvo las azafatas y alguno de esos que lee por la noche y yo moviéndome más que una lagartija con cosquillas.

Dejándoos con la intriga de cómo resolví esta incomoda situación llegué a Singapur, un país muy famoso por………bueno todos conocéis Singapur.

Aquí se quedaron los chinos tostaos y entraron los indios con turbante, esos que se esconden una cámara dentro. Eran muy curiosos porque la tela del turbante les hacia juego con la camisa, sinceramente me hubiera gustado ver a uno con una camisa a topos o con un dibujo de Mickey o similar, para ver como salían del paso.

Al pasar el control de la aduana en Singapur y tras entrar al avión, fui obsequiado con una tarjetita en donde te advertía que declararas si entrabas algo en Australia que no estaba permitido:

- armas, drogas, medicamentos no admitidos (pregunta tonta porque si tuviera no lo diría)

- animales, o partes de ellos

- comida

- plantas

- mas de 900$ adquiridos fuera de Australia

- etc.

Antes de leerla pensé: buf, aun habrá algún pringao que no haya mirado antes lo que no se puede entrar….

… porque no pensare dos veces antes de pensar…

Pues sí, en ese momento me di cuenta que tenía un bonito adorno en forma de colgante con un diente de vaca….MIERDA!!


Es como cuando aquella otra vez, en relaciones internacionales me dijeron:

- ¿has rellenado bien todos los apartados?

- Sí, por supuesto

- Apellidos: Adolfo, nombre: Fernández Benito

- UPS :-S

Mientras ponía una cruz en la casilla de los animales y en la de los 900$, a mi lado derecho aparecía un bocadillo, tipo tebeo, con un flashback de mi madre diciendome que si había mirado bien todo lo que no podía entrar en Australia….las madres tienen más sentidos que el resto de personas.

Entonces se sentó a mi lado un tipo con turbante, naranja en este caso. Tras ver que dudaba con su tarjeta y con la habilidad adquirida en los exámenes de la carrera, me dispuse a echar un vistazo a su tarjeta………uf…….uf….que mal royito…..porque no se me había aparecido entonces el flashback de mi madre, diciendo que la curiosidad mató al gato… en fin, el tipo había marcado que NO, en todas las casillas excepto la primera….

Y ahí estaba yo, preparado para volar otras 8 horas, sentado al lado de un tipo con turbante, que dudaba si marcar que no en la casilla de armas, drogas o similar….

Y de nuevo, me surgió la misma pregunta:

‘¿Qué cojones hago yo aquí?’

Menos mal, que tras pasar esas 8 horas y evadir a la seguridad australiana con mi cara de chino y con respuestas como, ‘es mi primera vez aquí’, vi a Prue en la terminal y mi pregunta quedó contestada.